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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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29-07-2010

 

 

 

 

La izquierda en el Arca de Noé

SURda

 

 

Julio A. Louis

Quien participe en un Comité de Base, un sindicato o una organización social, observará que hay avidez por discutir, por profundizar acerca de la situación, del rumbo a seguir, de la metodología adecuada para el correcto empleo del tiempo. La polémica está instalada en el principal ámbito político del pueblo, el Frente Amplio. Para que sea fructífera, eduque, elabore pensamiento liberador, hay que precaverse de los debates estériles. Uno de ellos puede llegar a ser debatir acerca de lo que es o no es izquierda. Hace unas décadas ser de izquierda suponía la condición anticapitalista, pretender erradicar la explotación del hombre por el hombre y lo que se debatía era si Estado o no Estado, qué tipo de Estado, en qué circunstancias se justificaba la violencia, si debía haber una fuerza política que oficiara de vanguardia, cuáles eran las clases revolucionarias, etc. Hoy se leen y escuchan conceptos tales como que ser de izquierda es querer la justicia social, transformar la sociedad a favor de los más débiles, preservar el medio ambiente, procurar la igualdad de género, ser pacifista, etc. Por la senda de admitir estas acepciones, si las cotejamos con afirmaciones de burgueses progresistas como Batlle y Ordóñez o Hipólito Irigoyen, llegaríamos a la disparatada conclusión de que por largos períodos de la historia nacional o rioplatense ha gobernado la izquierda. Más cercano en el tiempo, el Dr. J. M. Sanguinetti ha opinado ? aún opina- que el tema es ?hacer funcionar bien una economía de mercado sin tener que resignarse a la desigualdad irritante, a la pobreza crónica, a la inseguridad? (?Meditaciones del milenio?). El Dr. Sanguinetti se define de ?centro?. Sin embargo, su opinión no difiere de las nuevas acepciones de lo que sería la izquierda. Otros valoran que la diferencia entre derecha e izquierda ha mermado, pues aquélla prescinde de los elementos autoritarios y ésta recupera los valores del liberalismo político. Muchos mantenemos que la izquierda es la que combate al sistema capitalista y propone su sustitución por el socialista, que aún no se ha logrado más que en formulaciones muy embrionarias.

Bien decía el Dr. Ramón Díaz que en Uruguay la derecha nunca ha sido un concepto asumido y que resulta insultante. Pocos derechistas tienen la honestidad de reconocerse como tales y prefieren rotularse de ?centro?. Y desde que la izquierda supuestamente gobierna, el corrimiento prosigue y muchos otrora centristas, se catalogan de izquierdistas. Así, en el barco de la izquierda como en el Arca de Noé, estaríamos todos navegando hacia cualquier parte.

Una contribución al debate es recurrir al pasado, para conocer el pensamiento socialista y paralelamente el de los nacionalistas combatientes del colonialismo y del imperialismo. Socialistas y nacionalistas por décadas transitaron por caminos diferentes sin encontrarse, inclusive enfrentándose o ignorándose. No obstante, en el siglo XX han confluido para compaginar una tendencia antiimperialista, generalmente anticapitalista y por consiguiente, enfilada hacia el socialismo. También en el ayer encontramos liberales progresistas, en la medida en que se distanciaron en aspectos cruciales de esa tendencia ideológica burguesa, que en sus versiones ortodoxas han servido de maravillas al colonialismo y al imperialismo.

Aunque sabemos que las afirmaciones hechas en circunstancias diferentes no necesariamente son válidas en el presente, de todos modos, ese conocimiento aporta elementos valiosos para hoy.

Izquierda y derecha son denominaciones nacidas durante la Revolución Francesa. En la Convención los radicales se sentaban en las bancas de la izquierda del recinto y los moderados en las de la derecha. Después la simbólica bandera roja enarbolada por la Liga de los Iguales de Babeuf (1795) reaparece en las barricadas parisinas (1830) y la simpatía por la radicalidad revolucionaria se extiende y llega a lejanas regiones como el Río de la Plata.

En las nuevas repúblicas surgidas del Derrumbe del Imperio Español, el colonialismo británico dominante -durante años- no cambia sustancialmente las pautas de la dominación económica española. Nuestra América conserva sus riquezas nacionales en poder de la proto-burguesía criolla, porque el desarrollo capitalista europeo no se manifiesta aún en la inversión de capitales en las colonias y semicolonias, sino en sus propias naciones en proceso de industrialización. Aquí el capitalismo ?mordía las orillas? (sagaz expresión de Trías) en los puertos, con empréstitos, compra y venta de mercancías, etc. El liberalismo ideológico y político campeaba, y sólo en elites de intelectuales ?raros? se mantenía la idea de integración hispanoamericana o iberoamericana (incluyendo a Brasil) o ideas socialistas (aunque no siempre en los mismos pensadores)

Vicuña Mackenna, chileno, promueve la Unión Americana (1864), Juan B. Alberdi y el caudillo Felipe Varela mantienen enhiesto el federalismo argentino, y en Montevideo, el emigrado anti-rosista Esteban Echeverría escribe ?El Dogma Socialista? y Marcelino Pareja dicta un curso de economía con orientación crítica del capitalismo (1841).

Unos y otros tenían más claro que muchos rotulados izquierdistas de ahora quienes eran los amigos y quienes los enemigos de los pueblos.

 

 
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